¿Cómo afectan las redes sociales a la salud mental?

Beatriz Fernández Beatriz Fernández (Psicólog@)

16 septiembre, 2025

Casi sin darnos cuenta, pasamos en España cerca de dos horas diarias en redes sociales, un espacio donde caben risas, debates, inspiración… y también comparaciones, críticas y desconexión emocional.

En la actualidad, la tecnología y por ende, las redes sociales, forman parte de nuestro día a día. Abrimos Instagram para ver las fotos del último viaje de un amigo o amiga, TikTok para “solo un par de vídeos” o LinkedIn para ponernos al día en temas profesionales. Sin darnos cuenta, estas pequeñas visitas suman horas de nuestro día y moldean —para bien o para mal— nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos.

Las redes sociales son como un espejo: pueden reflejar momentos de inspiración y conexión genuina, o distorsionar nuestra imagen personal y nuestra autoestima. El problema no es la tecnología en sí, sino cómo y para qué la usamos.

Cuando la conexión desconecta: fenómenos digitales que dejan huella

No todo en redes es tan bonito como los filtros que usamos. Detrás de los memes y las fotos de viajes, se esconden dinámicas que pueden desgastar nuestra salud emocional. 

Algunas de las más comunes son las siguientes: 

  • FoMO (Fear of Missing Out)

Ese miedo a perderse algo importante —un plan, una tendencia, una oportunidad— se ha intensificado con las redes sociales. Nos empuja a revisar constantemente lo que otros publican, comparando nuestra vida con versiones editadas y brillantes de la realidad. Puede surgir como la urgencia de estar en todo, de no quedarnos atrás o de sentir que lo nuestro es aburrido frente a lo que vemos en pantalla. Esto no solo aumenta la ansiedad, sino que también nos empuja a estar conectados casi de forma compulsiva.

Claves para afrontarlo: desconectar de forma consciente, priorizar lo que de verdad importa y sustituir la comparación por experiencias reales que te llenen.

  • Ghosting

Es la desaparición repentina de alguien con quien manteníamos contacto, sin dar explicaciones. Deja un vacío, genera inseguridad y puede hacer que nos cuestionemos nuestro propio valor. No ocurre solo en relaciones románticas, también puede pasar con amistades o incluso en entornos laborales.

Claves para afrontarlo: no asumir que su ausencia es un reflejo de nuestra valía. Reformula el pensamiento: no es sobre tu valor, sino sobre cómo la otra persona gestiona sus vínculos. Valida tus emociones, dales espacio y decide cómo seguir sin quedarte anclado

  • Love bombing

Atenciones constantes, mensajes intensos y promesas rápidas pueden parecer un gran gesto de amor, pero a veces esconden un intento de control. Este “bombardeo de afecto” crea dependencia emocional y, con el tiempo, puede dar paso a manipulación.

Claves para afrontarlo: marcar límites claros y no sacrificar tiempo personal, aunque la otra persona insista en una conexión acelerada. No confundir intensidad inicial con respeto o interés genuino. 

  • Breadcrumbing

Son las “migajas emocionales”: mensajes esporádicos y ambiguos que mantienen nuestro interés sin llevar a nada concreto. La otra persona no desaparece del todo, pero tampoco se compromete.
Claves para afrontarlo: evaluar si las acciones corresponden con las palabras y priorizar relaciones que avancen con coherencia.

  • Cultura del hate y ciberacoso

En las redes sociales, las palabras viajan rápido… y a veces hieren más de lo que parece. Un comentario ofensivo, un hilo lleno de burlas o un ataque colectivo pueden multiplicar su impacto gracias al anonimato y la viralidad.
Lo que para quien escribe puede ser “solo una opinión” o “una broma” puede convertirse en una herida emocional para quien la recibe. El hate no solo erosiona la autoestima, alimenta la ansiedad, el miedo a mostrarse y el aislamiento social.

Claves para afrontarlo: recordar que un ataque habla más del emisor que de ti, evitar responder desde la rabia, filtrar y bloquear sin culpa, y, si la situación escala, denunciar y buscar apoyo en tu entorno.

Estas experiencias pueden provocar ansiedad, desconfianza, baja autoestima e incluso miedo a volver a relacionarnos online. El problema no es solo el momento en que ocurren, sino cómo cambian nuestra forma de conectar con los demás a largo plazo.

Si bien las redes pueden ser escenario de dinámicas que afectan nuestra autoestima y bienestar, también guardan un potencial enorme. En ellas caben tanto la inspiración como la comparación, tanto el apoyo como la crítica. Depende de cómo las miremos y, sobre todo, de cómo las usemos. 

Conexiones que suman: el lado positivo de las redes sociales

Pero no todo es negativo. No todo son comparaciones o ansiedad. Bien utilizadas, las redes sociales pueden acercarnos a quienes queremos, inspirarnos a crear, darnos acceso a oportunidades y ayudarnos a impulsar causas en las que creemos. El reto está en encontrar el equilibrio: quedarnos con lo que suma y poner límites a lo que resta.

  • Conexión y apoyo social:  Las redes acortan distancias y nos permiten estar presentes en la vida de personas importantes, aunque vivan en otro continente. También facilitan encontrar comunidades con intereses o vivencias similares, generando un sentido de pertenencia.
    Recomendaciones: prioriza las interacciones con personas que te aporten bienestar y evita quedarte solo en los “me gusta”; dedica tiempo a conversaciones reales.
  • Acceso a información y aprendizaje. Nunca antes fue tan fácil encontrar un tutorial, un curso o una noticia en tiempo real. Desde aprender un idioma hasta descubrir herramientas para tu trabajo, las redes pueden ser un aula abierta y gratuita.
    Recomendaciones: selecciona fuentes fiables, sigue perfiles de expertos y contrasta la información antes de compartirla para evitar la desinformación.
  • Visibilidad y oportunidades profesionales: Plataformas como LinkedIn, Instagram, TikTok o YouTube han impulsado carreras, conectado profesionales y generado nuevos negocios. La marca personal también puede construirse en lo digital.
    Recomendaciones: cuida lo que compartes, muestra tu trabajo con autenticidad y mantén coherencia con tu perfil profesional.
  • Inspiración y creatividad: Desde una receta hasta una obra de arte, las redes ofrecen ideas que pueden despertar tu creatividad o motivarte a empezar un nuevo proyecto.
    Recomendaciones: usa la inspiración como punto de partida para crear y no solo para consumir pasivamente.
  • Activismo y cambio social: Las redes dan voz a causas que necesitan ser escuchadas, permiten visibilizar injusticias y movilizar a miles de personas en cuestión de horas.
    Recomendaciones: comparte contenido que esté alineado con tus valores y busca generar impacto positivo, no solo viralidad.

Las redes sociales pueden ser un espejo que distorsiona… o un puente que nos acerca a lo que de verdad nos importa. No hay que temer o demonizar a las redes sociales, pero tampoco idealizarlas. Usarlas con criterio, cuidar lo que consumimos y cómo participamos es el primer paso para que sean una aliada y no un peso en nuestro bienestar.

Beatriz Fernández
Beatriz Fernández

Psicóloga especializada en intervención familiar con niños, adolescentes y adultos en riesgo de exclusión social. Intervención terapéutica durante 5 años, realizada en un centro de salud mental en Boston, MA.

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