Construyendo una relación saludable con la comida: El camino hacia una alimentación consciente

Beatriz Verdi Beatriz Verdi (Psicólog@)

19 agosto, 2025

Siendo nutricionista dedicada a ayudar a pacientes que presentan  trastornos de la conducta alimentaria, con mucha frecuencia contemplo lo complejo que puede volverse el acto de comer para muchas personas.  La comida a menudo viene cargada de culpa, ansiedad y normas impuestas por la cultura de la dieta, en lugar de ofrecer placer o satisfacción. Desde la perspectiva de la psicología positiva y respaldándome en los reportes científicos más reciente, estoy segura que es posible sanar la relación con la comida y lograr  una alimentación consciente y libre de juicios.

Una relación saludable con la comida va mas allá del simple conocimiento nutricional o la restricción calórica, es aprender a prestar atención a nuestras señales corporales, reconocer el hambre real y la saciedad auténtica, y disfrutar los alimentos sin clasificarlos como "buenos" o "malos". La alimentación consciente tiene como objetivo rescatar el disfrute y la conexión interna con el acto de comer, esto se puede lograr observando varios aspectos que han de convertirse en la estructura de la alimentación consciente, tales como:

1. Atención absoluta al comer

Comer sin distracciones, percibiendo colores, sabores, texturas y aromas, descubriendo qué alimentos nos hacen sentir bien física y emocionalmente.

2. Identificar las señales internas

Aprender a identificar y diferenciar el hambre física del hambre emocional, especialmente cuando esta última es desadaptativa, y ser capaces de reconocer las señales de saciedad antes de llegar a sentirnos incómodamente llenos

3. Amabilidad y autocompasión

  Tratarse con respeto y amabilidad, evitando la autocrítica y la culpa ante cualquier desregulación. Recordar que cada cuerpo,  cada proceso de tratamiento y transformación alimentaria, son únicos.

4. Evitar restricciones rígidas

   Tener flexibilidad, variedad y placer en la alimentación, sin prohibiciones absolutas, lo que permite disminuir la ansiedad y la aparición de atracones.

Ahora bien, en una sociedad que realza la perfección física, cambiar el modelo restrictivo y negativo sobre la comida no es sencillo. Sin embargo, la psicología positiva y las estrategias de cuidado personal propuestas en estudios recientes promueven herramientas para manejar la gratitud, la resiliencia y la autoaceptación. La sociedad en general, la familia y los profesionales sanitarios apoyando la diversidad corporal, el respeto y el bienestar integral, pueden cambiar esa idea contradictoria e idealizada del aspecto físico.

La importancia de la calma mental para tomar decisiones alimentarias conscientes

Para practicar una alimentación libre de juicios, es fundamental encontrar calma interna. Cuando nuestras mentes están agitadas o estresadas, es difícil mantener esa flexibilidad y disfrutar de los alimentos sin caer en rigidez mental o compulsión. La alimentación consciente es clave en este proceso, ya que ayuda a tranquilizar nuestra mente y restaurar la conexión con el cuerpo.

Te compartimos esta hermosa metáfora: “La mente es como el agua”. Cuando está turbulenta, es difícil verla. Cuando está en calma, todo se vuelve claro. Esta analogía de la atención plena se convierte en una herramienta valiosa, ya que nos recuerda que, al igual que el agua, nuestro cuerpo, emociones y pensamientos también necesitan espacio para aclararse. Solo cuando nuestra mente se calma, podemos tomar decisiones alimentarias conscientes y libres de las presiones de la compulsión y los patrones desadaptativos.

El estrés y la ansiedad en las decisiones alimentarias

La mente turbulenta, en este contexto, se refiere a los momentos en que el estrés, la ansiedad o las emociones intensas dominan nuestro estado mental. En estos momentos, nuestras decisiones alimentarias suelen estar influenciadas por factores corporales y emocionales, como la necesidad de consuelo o la búsqueda de gratificación inmediata, lo que puede desencadenar un ciclo de compulsión alimentaria.

Cuando estamos en estados de ansiedad o estrés, la parte del cerebro encargada de la toma de decisiones racionales y de la autoregulación se ve afectada. Esto dificulta escuchar las señales reales de hambre y saciedad, y en su lugar, buscamos alimentos como una forma de calmar la angustia emocional. Al practicar la alimentación consciente y cultivar la calma mental, podemos frenar este ciclo y empezar a tomar decisiones más saludables y ajustadas a las verdaderas necesidades de nuestro cuerpo.

Cuando logramos calmar nuestra mente y "aclarar el agua", podemos comenzar a tomar decisiones más intencionadas sobre lo que comemos. Este proceso implica crear un estado de calma mental y corporal donde podamos escuchar nuestras verdaderas señales de hambre y saciedad. A través de la alimentación consciente, aprendemos a estar presentes en el momento, a saborear cada bocado y a disfrutar de la comida sin la presión de los patrones compulsivos. Al igual que el agua calmada nos permite ver su fondo con claridad, nuestra mente tranquila nos permite escuchar las necesidades de nuestro cuerpo y tomar decisiones alimentarias que favorezcan nuestro bienestar.

La práctica es clave en este camino

Es importante recordar que la construcción de una relación saludable con la comida no es algo que suceda de la noche a la mañana. Es un proceso continuo, lleno de altibajos, y cada paso hacia una alimentación consciente es un logro significativo. A medida que trabajamos en crear una mayor conciencia y compasión hacia nosotros mismos, vamos aprendiendo a gestionar mejor nuestros hábitos alimentarios y a soltar las presiones de la cultura de la dieta.

En una sociedad que realza la perfección física, cambiar el modelo restrictivo y negativo sobre la comida no es sencillo. Sin embargo, la psicología positiva y las estrategias de cuidado personal propuestas en estudios recientes promueven herramientas para manejar la gratitud, la resiliencia y la autoaceptación. La sociedad, la familia y los profesionales sanitarios apoyando la diversidad corporal, el respeto y el bienestar integral, pueden cambiar la idea contradictoria e idealizada del aspecto físico.

Algunas de las estrategias que se pueden aplicar, respaldadas por evidencias, son:

  • Hacer un registro consciente de los alimentos, no como control, sino para identificar cómo nos hacen sentir.
  • Incorporar acciones que permitan el disfrute, como cocinar, comer en compañía o agradecer los alimentos antes de consumirlos.
  • Buscar ayuda profesional. La evidencia demuestra que el apoyo interdisciplinar mejora los resultados en la recuperación hacia una relación consciente con la comida.

En definitiva, construir una relación sana con la comida es un proceso dinámico, personal y respaldado por la ciencia. He visto cómo, cuando se deja atrás el juicio y el perfeccionismo, nace el verdadero autocuidado. Acompañar a las personas desde el respeto, la escucha activa y el conocimiento científico transforma no solo la alimentación, sino el modo de vivir, el propio cuerpo y el entorno.

Beatriz Verdi
Beatriz Verdi

Licenciada en Nutrición y Dietética. Máster en Psicología. Especialista en nutrición clínica con 25 años de experiencia en el manejo de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).

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